No hay nada más doloroso que borrarte de la mente
tú que fuiste la sal y fuiste el mar
la tibia arena que no he vuelto a mirar
aunque recuerdo, casi permanentemente.
El olvido va llevando en su mágica corriente
los detalles pequeños, las horas de tristeza
y lleva un largo tiempo en quitar de mi cabeza
lo que no ha sido más, que un hecho intrascendente.
Ahora yo el culpable y tú la indiferente,
la que está convencida de no tener pasado
la que en las noches largas no sufre demasiado
la que feliz se mezcla entre toda la gente.
Ahora yo el culpable, por haberte besado
por jugar con tu espuma y haberme enamorado.
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