Aquella noche extraña ni tu mirada tuvo
una leve sonrisa, fingida y compasiva
yo no pude saltar del bote a la deriva
quemado de verdad de las cenizas que hubo.
Parecía una trampa, o una sala de espera
no era tuya la cara tu voz desconocida
en mi interior los gritos de la tierra invadida
y vos sin hacer nada, como un día cualquiera.
Aquella noche extraña, lo fui perdiendo todo
lo mucho que quedaba, lo poco que tenía,
con tanta falsedad me ofreciste tu beso...
Que dudé en aceptar, pero de cualquier modo
lo quise al darme cuenta que jamás volvería,
ya perdido en la niebla de tu recuerdo preso.